El rico legado gastronómico de San Juan ha cautivado la imaginación de héroes culinarios y amantes de la buena mesa durante cientos de años, forjando una escena diversa y dinámica que se integra en cada parte del estilo de vida sanjuanero. Desde gran parte de su cultura alimentaria y sus platos básicos dependen de la generosidad de la tierra y el mar, el agricultor y el pescador se cuentan entre los miembros más importantes de la sociedad sanjuanera. Aunque los bienes y productos locales han formado parte intrínseca del entramado social y económico de la región durante varias generaciones, la expansión del comercio internacional y los productos importados han perturbado en parte este entramado integral en todo el Caribe. Pero una demanda cada vez mayor de apoyo a las economías locales y de celebración del patrimonio alimentario natural de Puerto Rico está ayudando a los agricultores y pescadores locales a disfrutar de una mayor estabilidad y a compartir su pasión por cultivar el mar y la tierra que sus antepasados han forjado durante tanto tiempo. Parte de la respuesta está en el concepto de ecoturismo.
Hacia una relación sostenible entre los viajeros y la población local
El Caribe ha sido durante mucho tiempo un lugar de ávida actividad desde que comenzó la colonización generalizada. Los imperios europeos en pugna por obtener ventajas políticas, el desplazamiento de los nativos y la importación de una enorme industria esclavista cambiarían la faz del Caribe para siempre. Pero éstos no han sido los únicos acontecimientos que han tenido un efecto dramático, y a menudo perjudicial. Apreciado por sus playas vírgenes y sus aguas cristalinas de color turquesa, el Caribe es uno de los destinos más codiciados del mundo, y gobiernos, organizaciones y empresas por igual han transformado la región, antaño remota, en un importante centro turístico. Si a esto se añade el comercio internacional, en muchos casos la población local sale perdiendo. La destrucción del medio ambiente y la agitación social y económica han convertido el Caribe en un lugar difícil de vivir para mucha gente, mientras que es un paraíso sin fisuras para quienes pueden pasar allí sus vacaciones.
Pero las cosas están cambiando y, con el auge del ecoturismo, cada vez más personas de todo el mundo se interesan por una experiencia más cercana a la realidad y que, además, beneficia directamente a las empresas locales. Ecoturismo es el término aplicado a un conjunto de principios que intentan ofrecer al viajero concienciado una experiencia auténtica con un impacto mínimo en el medio ambiente y un impacto positivo máximo en la conservación y la economía de las comunidades locales. Estos principios varían según las circunstancias, pero en general implican que empresas como los complejos turísticos inviertan en energías renovables y planes de reducción de residuos, incluso compren créditos de carbono, contribuyan a la conservación de una región, capaciten a las comunidades locales para que tengan voz directa en la toma de decisiones y se centren específicamente en los problemas locales, así como en las estructuras sociales de una región. Los viajeros también son responsables, reduciendo su impacto mientras viajan y tomando decisiones conscientes para comprar alimentos y bienes de origen local, por ejemplo. En muchos sentidos, los viajeros prefieren el enfoque ecoturístico porque es más revelador que el universo burbujeante de los resorts convencionales y, además, es más asequible. también es más asequible. Básicamente, se podría decir que el ecoturismo se basa en los principios del sentido común y la cortesía: tratar a las personas y al medio ambiente como a la propia familia, con respeto y reverencia.
Celebración de una historia de delicias culturales
Entonces, ¿cómo puede una empresa como el ecoturismo beneficiar a economías como las de San Juan y el resto de Puerto Rico? Hay muchas formas de hacerlo. Pero las excursiones gastronómicas son muy productivas para llamar la atención sobre la naturaleza de la industria alimentaria local y celebrar el duro trabajo de los agricultores y pescadores locales, además de implicar al visitante en una relación directa con la cocina local. El dinero que se gasta se destina directamente a estas economías y los viajeros pueden apreciar el tiempo y el esfuerzo que cuesta cultivar un producto así, además de deleitarse con el ambiente de animados mercados de agricultores y festivales gastronómicos. Al comprar productos locales, los turistas también contribuyen a mantener los precios bajos, lo que permite que otros habitantes de la zona también puedan comprar alimentos. Y, quizás lo más importante para algunos, los viajeros pueden probar la mejor comida de la isla.
En San Juan Food Tours, la prioridad más importante es garantizar que los huéspedes disfruten de una experiencia única y auténtica, que beneficie positivamente a las economías de quienes nos rodean. En los tiempos que corren, pensar más allá de nuestras necesidades y adoptar una relación de igualdad con los lugares que visitamos es fundamental para trabajar por un futuro en el que el turismo conduzca al florecimiento de una comunidad, en lugar de a su mengua.
Post escrito por la gastrónoma y escritora de viajes Anne Meades